Si no puedes cambiar tu destino, cambia tu actitud.
Amy Tan.
¿Nos preguntamos qué sucede cuando actuamos así uno y otro año?
¿Somos conscientes de la falta de autoconfianza que genera en nosotros cada vez que nos fallamos a nosotros en estos objetivos?
Que cada uno se haga estas preguntas y para contestarlas se remita a los "años nuevos" anteriores.
Algunos de los objetivos clásicos en muchas personas serían estos:
Antes de ponernos a hacer una lista con estos objetivos que deseamos, seamos sinceros, claros y midamos la importancia real que para nosotros tiene cada objetivo, deseo, reto o como queramos llamarle.
Hagamos una reflexión seria y honesta tanto de la necesidad de ese cambio, como de nuestra capacidad de implicación, nuestra responsabilidad ante las demandas que ese objetivo va a exigir.
No nos lancemos alegremente y con un entusiasmo irreflexivo a cualquier deseo sin más; ya que...
¿Cuál es el resultado cuando hemos fallado en situaciones similares anteriores?
¿Ha aumentado nuestra autoconfianza o ha disminuido?
¿Qué imagen damos a los demás y a nosotros mismos cuando nos rendimos?
¿Significa esto que no hemos de ser ambiciosos y buscar cambios en nuestra vida? ¡de ninguna manera! Sólo que seamos parcos en los deseos y constantes hasta su ejecución para que aumente nuestra autoconfianza y seguridad en la coherencia con la que actuamos.
Podemos hacer un sencillo ejercicio de auto observación: Cuando hayamos elegido el objetivo o cambio que deseamos, hagamos lo siguiente.
Busquemos entrar en un estado de relajación lo más profunda que podamos,
(Basta con que durante unos minutos nos centremos en observar atentamente cómo es nuestra respiración, sin intentar modificarla ni entrar en ningún tipo de crítica sobre lo observado. Al mismo tiempo dejamos pasar cualquier pensamiento que nos venga sin más, sin intentar no pensar; sino sencillamente dejarlos pasar, observando muy atentamente el ritmo, la cadencia, la profundidad o superficialidad de la misma. Tan solo bastarán unos minutos para que entremos en un estado profundo de relajación).
Desde ese estado imaginemos los pasos que gradualmente hemos de dar para ir consiguiendo el objetivo: imaginémoslo lo más fielmente que podamos (¡sin exigirnos, sin presiones, tal como nos salga!).
-A la vez que lo hacemos, vayamos observando el lenguaje de nuestro cuerpo; ¿qué dicen nuestras "tripas"?, ¿Qué sensación tenemos en el plexo solar?-
Como sabemos, este es el punto clave que nos habla de la conexión existente entre nuestras acciones y emociones. Una orientación muy fidedigna es que si cuando estamos en el proceso de imaginarnos todos estos pasos, la sensación es de bienestar, de comodidad, de paz interna, estamos en el buen camino; el deseo es coherente con nuestra actitud ante el mismo; pero si el resultado es lo contrario, sería bueno que analizásemos nuevamente si el objetivo es viable, saludable, coherente y ecológico para nuestra persona y circunstancias actuales; ya que la inteligencia del cuerpo es más fiel que nuestros razonamientos mentales que pueden llevarnos fácilmente al autoengaño.
Tal vez en ese caso, sería conveniente buscar otro objetivo o meta que se adapte más a nuestro estado del momento.
Buena elección y buen Año Nuevo 2015
Jeroni Hernàndez
Terapeuta y Coach Personal en Sabadell
Amy Tan.
Estamos en las puertas del Año Nuevo. Como cada año muchísimas personas seguramente estén pensando el clásico y gastado lema de "Año Nuevo, vida nueva", y ya sabemos lo que esto supone. Hacernos una vez más listas de objetivos a cumplir. Nuevos proyectos o retos que metemos en la lista alegremente sin pensar demasiado en nuestra voluntad y claridad para su ejecución, pero...
¿Nos preguntamos qué sucede cuando actuamos así uno y otro año?
¿Somos conscientes de la falta de autoconfianza que genera en nosotros cada vez que nos fallamos a nosotros en estos objetivos?
Que cada uno se haga estas preguntas y para contestarlas se remita a los "años nuevos" anteriores.
Algunos de los objetivos clásicos en muchas personas serían estos:
- Dejar el tabaco.
- Comenzar una dieta o adelgazar esos quilitos de más.
- Apuntarnos a un deporte.
- Comenzar esa formación que necesitamos.
- Practicar algún método de relajación, meditación, autocontrol, etc.
- Controlar más los horarios para poner orden en nuestro día a día.
Antes de ponernos a hacer una lista con estos objetivos que deseamos, seamos sinceros, claros y midamos la importancia real que para nosotros tiene cada objetivo, deseo, reto o como queramos llamarle.
Hagamos una reflexión seria y honesta tanto de la necesidad de ese cambio, como de nuestra capacidad de implicación, nuestra responsabilidad ante las demandas que ese objetivo va a exigir.
No nos lancemos alegremente y con un entusiasmo irreflexivo a cualquier deseo sin más; ya que...
¿Cuál es el resultado cuando hemos fallado en situaciones similares anteriores?
¿Ha aumentado nuestra autoconfianza o ha disminuido?
¿Qué imagen damos a los demás y a nosotros mismos cuando nos rendimos?
¿Significa esto que no hemos de ser ambiciosos y buscar cambios en nuestra vida? ¡de ninguna manera! Sólo que seamos parcos en los deseos y constantes hasta su ejecución para que aumente nuestra autoconfianza y seguridad en la coherencia con la que actuamos.
Podemos hacer un sencillo ejercicio de auto observación: Cuando hayamos elegido el objetivo o cambio que deseamos, hagamos lo siguiente.
Busquemos entrar en un estado de relajación lo más profunda que podamos,
(Basta con que durante unos minutos nos centremos en observar atentamente cómo es nuestra respiración, sin intentar modificarla ni entrar en ningún tipo de crítica sobre lo observado. Al mismo tiempo dejamos pasar cualquier pensamiento que nos venga sin más, sin intentar no pensar; sino sencillamente dejarlos pasar, observando muy atentamente el ritmo, la cadencia, la profundidad o superficialidad de la misma. Tan solo bastarán unos minutos para que entremos en un estado profundo de relajación).
Desde ese estado imaginemos los pasos que gradualmente hemos de dar para ir consiguiendo el objetivo: imaginémoslo lo más fielmente que podamos (¡sin exigirnos, sin presiones, tal como nos salga!).
-A la vez que lo hacemos, vayamos observando el lenguaje de nuestro cuerpo; ¿qué dicen nuestras "tripas"?, ¿Qué sensación tenemos en el plexo solar?-
Como sabemos, este es el punto clave que nos habla de la conexión existente entre nuestras acciones y emociones. Una orientación muy fidedigna es que si cuando estamos en el proceso de imaginarnos todos estos pasos, la sensación es de bienestar, de comodidad, de paz interna, estamos en el buen camino; el deseo es coherente con nuestra actitud ante el mismo; pero si el resultado es lo contrario, sería bueno que analizásemos nuevamente si el objetivo es viable, saludable, coherente y ecológico para nuestra persona y circunstancias actuales; ya que la inteligencia del cuerpo es más fiel que nuestros razonamientos mentales que pueden llevarnos fácilmente al autoengaño.
Tal vez en ese caso, sería conveniente buscar otro objetivo o meta que se adapte más a nuestro estado del momento.
Buena elección y buen Año Nuevo 2015
Jeroni Hernàndez
Terapeuta y Coach Personal en Sabadell
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