Con mucha frecuencia las personas se aferran a la idea de que preocuparse por los demás o por las cosas que no pueden manejar en el momento, es una manera útil de ayudar. Incluso cuando se dan cuenta de que preocuparse no sirve de nada; están tan acostumbrados a ello que no es fácil convencerles de lo contrario.
Preocuparse significa pensar de forma insistente i reiterativa con antelación en cosas sobre las que no podemos hacer nada en ese momento o tal vez nunca podamos, pero que al estar en esa actitud nos privan de estar presentes en lo que estamos haciendo o quisiéramos hacer, con lo que nos faltará concentración y atención plena en su ejecución.
Una forma funcional y efectiva de ocuparnos es dedicar un tiempo determinado (el que necesitemos. 10 minutos, 30 minutos, una hora, etc.) para organizar los temas pendientes, las personas que deseamos atender o ayudar, pero hacerlo dentro de este marco de tiempo elegido por nosotros. Con ello, nuestra dedicación es plena y por tanto nuestra efectividad también lo será. Al mismo tiempo, esta actitud nos permite dar lo mejor de nosotros en cada momento.
Aún a riesgo de ser reiterativo, recordar que "preocuparse" es diferente a "ocuparse", y además estéril, ya que preocupándonos no conseguimos más que un enorme desgaste energético y por tanto un cansancio físico y mental que se traduce en somatizaciones (
dolores articulares y musculares producto de la tensión) nervios, ansiedad y miedos. Cuando nos preocupamos por un futuro incierto por desconocimiento del mismo o, por el temor de que sea negativo generamos ansiedad y miedo. Si nuestra preocupación es por situaciones o acontecimientos del pasado (que por ese mismo hecho, ya no tienen solución), éstas nos conducen a estados depresivos y de melancolía.
Por todo ello es muy recomendable tener cuenta esta sabia frase: "
Si depende de ti y de ahora, ¡ocúpate!, si no es así, despreocúpate hasta que llegue el momento de ocuparte".
Jeroni Hernández
Terapeuta a Sabadell