Estoy en el valle y ante mí se alza la cima, lejos, muy lejos...
Con solo ver la distancia que me separa de ella, hace que me tiemblen las piernas y que mi ánimo decaiga, porque es allá donde he de llegar.
Mi mirada permanece fija en lo más lejos que mi vista alcanza a ver, y ante este largo y difícil recorrido que me queda por delante me siento desfallecer y en mi cabeza se desata un diálogo interno:
-"¡jamás lo conseguirás!,
¡no estás preparado para ello!,
¿En qué locuras te mete?,
¿Quién te obliga a semejante tontería?"-
Los comentarios de incredulidad y falta de confianza siguen y siguen hasta que doy media vuelta y sucumbo al deseo de alcanzar mi sueño.
"¡Otra vez he fracasado!”.
Ya me lo decían mis familiares...
-¿Cómo quieres aspirar a lo que tus padres no pudieron?
-¿Cómo osas pretender ser lo que no eres?.
-¡Acepta que has nacido con unas limitaciones!
Y los comentarios internos siguen y siguen y yo me siento más y más pequeño, más y más vulnerable, más y más insignificante.
Pero, ¡oh, bendición! Resulta que tengo un sueño y en el mismo descubro una estrategia que nunca había contemplado.
Ahora y gracias al mismo puedo ver que mi objetivo es asumible, puedo ver que hay otras formas de comenzar y disfrutar del reto.
De nuevo me veo en el valle y la misma cima se alza ante mí. La contemplo y me digo que es mi reto personal, que el llegar allá supondrá que habré vencido mis limitaciones. Habré aprendido a ver las cosas de forma diferente: nuevos enfoques, nuevas experiencias, pero sobretodo, la experiencia de desoír y desatender las voces del pasado, aquellas voces que me perseguían anulando mis deseos y frenando mi impulso de avanzar en mi vida.
Así pues. Comienzo mi camino de ascensión a la cima.
Mi mirada y todos mis sentidos se enfocan en cada paso que doy, en cada flor, en cada planta y en cada piedra del sendero. Esta nueva forma de mirar transforma mi experiencia en un viaje a los sentidos, en una experiencia tan agradable que olvido la distancia que me separa de la cima; porque mi expectativa ya no es el llegar a la cima como premio o como único objetivo.
Ahora mi expectativa es gozar a cada paso con la observación de todos los elementos que conforman el camino, y de ésta forma el tiempo pasa volando.
No sé cuánto tiempo ha transcurrido, cuando vuelvo a mirar a la cima , y descubro para mi asombro que está mucho más cerca de lo que esperaba; y paradoja de las paradojas.
Cuando antes mi ansiado deseo era llegar enseguida a la misma, descubro con deleite que no me importa lo que falta, sino seguir gozando de cada detalle que me une a ese camino, y el descubrimiento más profundo y más revelador es que la felicidad está en hacer el camino gozando a cada momento de todo lo que te ofrece; porque así yo mismo me he convertido en mi Camino, y ya el objetivo no es alcanzar la cima, sino vivir cada paso como si ya la hubiese alcanzado
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